Lesiones más frecuentes en el ciclismo

Lesiones más frecuentes en el ciclismo

 

El riesgo de accidente o caída durante la práctica del ciclismo , puede llegar al 10%, lo que supone un mayor riesgo que deportes como el fútbol o baloncesto. Sin embargo, la mayoría de las lesiones asociadas a las caídas no son graves, ya que el deportista retoma la actividad deportiva en menos de 10 días.

La localización más frecuente es en miembros superiores (30%) siendo el codo, la muñeca y la clavícula las articulaciones más frecuentemente dañadas. Las piernas se lesionan en el 35% de las caídas, siendo la rodilla la que más daño se provoca.

Las lesiones se pueden dividir en función de la edad del ciclista:

Aquellos mayores de 40 años se fracturan algún hueso en una de cada 3 caídas siendo la clavícula y las costillas las más frecuentes.
Ciclistas menores de 40 años se suelen lesionar las rodillas con mayor frecuencia.
Los traumatismos craneoencefálicos con o sin pérdida de conocimiento asociada, son los accidentes que revisten mayor gravedad tras una caída, seguidos de los traumatismos torácicos y abdominales.

Pueden llegar a suponer el 2% de las muertes que se producen cada año en la carretera. La incidencia de lesiones a nivel de la cabeza se han reducido últimamente debido a la obligatoriedad de usar casco.

La mountain bike presenta muchas coincidencias con el ciclismo de carretera. La rodilla es la localización más frecuente de lesionarse. Hay escasa incidencia de traumatismos craneoencefálicos, menor que en el ciclismo de carretera.

Lesiones traumáticas

Constituyen la mayoría de las lesiones del ciclista y pueden afectar a cualquier región anatómica.
La causa más frecuente es la sobrecarga asociada a la postura de la bicicleta de carretera. Se pueden dividir en:

Lesiones de la columna: La cervicalgia es frecuente debido a la posición inclinada del ciclista de carretera para poder obtener un rendimiento aerodinámico adecuado. Las irregularidades de la carretera se transmiten desde las ruedas (normalmente muy hinchadas), a la horquilla, manillar, hombros y de ahí a la columna cervical.
Para poder ver la carretera hay que estar permanentemente levantada la cabeza, lo que provoca un aumento de la sintomatología.

A nivel dorsal, siempre se ha pensado que el ciclista es más propenso a tener la típica «chepa» del corredor, debido a que la postura condicionaba la aparición de esta deformidad.

Recientemente se ha publicado una tesis doctoral de un profesor de la UAL, José María Mullor. En ella se han analizado desde el punto de vista biomecánico si la posición encima de la bicicleta no condiciona la aparición de la cifosis dorsal, es un mito que no corresponde con la realidad como se pensaba hasta la fecha.

La columna lumbar también se puede resentir. Si el manillar no tiene la longitud adecuada, el ciclista debe ir demasiado tumbado lo que provocará una sobrecarga de la parte más anterior de la columna lumbar y sobre los discos intervertebrales.

Lesiones del miembro superior. Las sobrecargas en las manos son cada vez más frecuentes debido al incremento en la práctica de la bicicleta de montaña. El manillar se agarra fuertemente debido al circular por terrenos muy irregulares, vibraciones y golpes así como el soporte del peso del cuerpo sobre e manillar. Esto puede provocar inflamación y el dolor en los tendones del primer dedo. También se puede producir la comprensión del nervio mediano que discurre por el centro de la muñeca, que puede provocar hormigueos en los tres primeros dedos de las manos.

Lesiones del miembro inferior. Dentro de las lesiones de cadera las más relevantes son las lesiones perineales, consecuencia fundamentalmente del apoyo sobre el sillín y las largas horas tanto de entrenamiento como de competición que realiza el ciclista de élite.
Estas lesiones como su propio nombre indican afectan al peroné como consecuencia de la fricción a la que se somete esta región anatómica. También la sudoración por el esfuerzo produce la irritación de la piel en la zona perineal y tejidos cutáneo, dando lugar a foticulitis, quistes, forúnculos y nódulos fibrosos subcutáneos.

Otro problema es la disfunción de la erección: en algunos estudios cifran su presencia en niveles en torno al 15-20%; no obstante estas alteraciones son limitadas en el tiempo y suele ser habitual que desaparezcan a medida que se completa el entrenamiento o la competición.
La tendinitis del rotuliano es la más frecuente. Puede afectarse la inserción en polo inferior de rótula, o el cuerpo tendinoso. La de inserción se debe con más frecuencia a una tracción desviada porque el eje del tendón también lo esté y la corporal a un sobreesfuerzo, lo que es importante conocer en el proceso de investigación de la lesión para procurar la solución más efectiva.

En el primer caso, la solución pasa por una corrección de la postura y en el segundo por un reposo prolongado que dé lugar a su recuperación. Es importante evitar en el esfuerzo el movimiento de retroceso en el sillín para que la palanca en extensión sea más efectiva.

La porción delantera del pie está fija en el pedal pero la posterior tiene cierta capacidad de movimiento libre. Ajustada la rotación del pedal es conveniente mantener una cierta fijación del talón para evitar ese movimiento de vaivén que puede dañar los tendones laterales.

Con excesiva rotación interna se solicita en exceso y se produce una lesión de bíceps femoral. Rotando al exterior, la tensión es soportada por los tendones de la pata de ganso.

Autor: Dr. Antonio Rios Luna

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